Queridos amigos,
Les comparto el texto que escribió y leyó el novelista Miguel Donoso el 30 de enero de 2018 en La Casa Morada, durante el lanzamiento de mi fotonovela en Guayaquil.
Un abrazo,
Christian
‘Fakir’
Por
Miguel Donoso Gutiérrez (Guayaquil 28 de enero 2018)
Confieso que cuando me pidieron presentar este libro dudé porque me hablaron de una fotonovela y los niveles de pre-concepto saltaron en mi sistema inmunológico generando un rechazo de inmediato. El asunto es que yo me críe en México y creo, sin lugar a dudas, que ese es el reino de la fotonovela (y la telenovela). Entonces, la solo idea de imaginar una fotonovela sobre César Dávila Andrade, me causo recelo, pero al mismo tiempo curiosidad porque pensé que era imposible que fuera una fotonovela en términos tradicionales y así fue, para suerte mía.
Creo que tratar este texto gráfico, como una fotonovela le hace mucho favor al género fotonovela y poco favor a la obra en sí, porque la fotonovela generalmente es algo cursi, escandaloso, brutal, al estilo crónica roja; y de eso, este trabajo, de Christian y Sebastián Oquendo Sánchez, no tiene nada. Faquir, el detective místico de la conciencia, goza más bien de una excelente salud, tanto estética como conceptual, manejando un nivel profundo y onírico para acercarse a la figura de César Dávila Andrade, nacido en Cuenca en 1918 y muerto en Caracas en 1967, el 2 de mayo, por propia mano, al degollarse de un tajo limpio y firme, mirándose al espejo.
El texto es sugerente, con una buena carga de imágenes y ambientes que buscar reflejar la personalidad y el mundo interno de un hombre como Dávila Andrade, una de las voces más importantes de la literatura ecuatoriana, bohemio e involucrado con los temas místicos y de las ciencias ocultas, con sus angustias y tormentos, con sus sueños convertidos en pesadillas, caminos y laberintos; un personaje al cual, sus amigos lo llamaban ‘Fakir’, por su gran resistencia para beber muchísimo y comer muy poco.
Esta obra maneja un lenguaje medido, fluido, con un estilo particular que nos deja sentir la onda “mística”, “esotérica”, “mágica”, “misteriosa”, ya que el narrador principal de la obra es El Mago Jefa y comienza hablándonos en el libro a través de un nota introductoria y aclaratoria fechada en Río de Janeiro, el 3 de junio de 1967, un mes después de la muerte de Dávila, el 2 de mayo del 67 en Caracas, dejándonos ver desde el principio hacia donde nos llevara la lectura de esas páginas, convirtiéndolas en un reto por descubrir; cito del texto, en página 13, lo siguiente: “Tú, desconocido lector que estos desconocidos escritos hallarán a futuro, sabrás disculpar mis dubitaciones ante la posibilidad de visitar en esta narración aquellos aciagos eventos ocurridos en esa habitación de un hotel de los bajos fondos en Caracas…”. Este texto introductorio nos mete de inmediato en un ambiente poco común, distinto, oscuro y tenebroso si se quiere también.
Mientras esto sucede con la historia, el libro abre con una bella foto, en las páginas 10 y 11, de un paisaje mágico, terreno y divino, real e irreal, tratada con una delicadeza tal que puedes sentir el ambiente, oler el perfume de ese espacio que parece arder bajo la montaña, bajo una laguna y elevarse hacia el cielo estrellado refrescando aquel infierno terrenal en la penumbra. Girando la página, frente al texto introductorio de El Mago Jefa, la foto de una puerta, el detalle a su cerradura y una llave al pie del texto, en la página 13 (número cabalístico), invitándonos a abrir la mente, a entrar al mundo que nos propone este texto gráfico, fotonovela pues, si así lo quieren, aunque siga resistiéndome al término.
El mago Jefa lanza el Tarot y esas cartas que aparecerán formarán la estructura para esta obra, capítulo a capítulo, donde veremos cómo la historia ocurre hasta llevarnos al momento mismo en que nuestro poeta maldito, nuestro artista atormentado por los misteriosos caminos de lo esotérico y la magia, llega a su decisión final y definitiva e incluso podemos escuchar su voz, leer sus pensamientos más profundos en un Registro de sueños lúcidos, escritos por el Faquir y rescatados por su amigo el novelista Cuesta. En este registro es el propio César Dávila Andrade quién nos cuenta toda su historia hasta llegar a la toma de su decisión final, luego de haber seguido las indicaciones del gran mago Alejandrini para entrar en un sueño profundo y revelador para iniciar un viaje de trascendencia espiritual.
Pero hay una voz más en este libro y es la de La Esfinge , que le habla al poeta, al Faquir, guiándolo hacia lo inevitable y de alguna manera clarificándole al lector lo que le sucede al personaje. Cito, página 57: “Ay, mi desorientado Faquir, que ahora intentas descansar en tu catre después de llenar desesperado las hojas de ese cuaderno que engordas con tus fantasías. ¿Alguna vez pasó por tu cabeza la forma en que escaparías del torbellino en el que te habías metido? ¿Te diste cuenta hasta dónde te ha llevado esa fascinación tuya con el zoológico de criaturas deformes que nacen cada noche en el páramo de tus ´sueños lúcidos´, esos delirios de tu autoría.” Y más adelante en la página 59, remata diciendo, cito: “Imagina lo que quieras, soñador escapista, pero recuerda que a cada vuelta de La Rueda más te acercas a mí. Y cuando por fin estemos frente a frente tú serás el que tenga que responder a algunas preguntas de mí, la indagadora suprema, tu servidora. La Esfinge”.
En esta obra todo está perfectamente planificado y ligado con exactitud a nivel cronológico con la muerte de César Dávila Andrade, incluso la fecha de su último Registro de sueños lúcidos en este libro, nos hace pensar que ya estaba muerto (lo cual vuelve más misterioso y mágico al relato), porque está registrado un miércoles a las 5:47 am (el día de su muerte fue el 2 de mayo de 1967 y fue martes). En este último registro nos habla de su encuentro con La Esfinge. Cito, página 71: “Quise contemplar el sagrado resplandor de la verdad. Mi auto hipnosis me llevó junto a un tumulto que rodeaba a un hombre que había dispuesto de su vida con una navaja…” y más adelante nos narra, desde el más allá, o camino a él, lo siguiente, página 72, cito: “Al tiempo que me hundía en mis cavilaciones, atravesó la muchedumbre una vieja encapuchada que al caminar hacia un sonido parecido al de unos cascos que golpeaban el piso. No pude ver su pies, pues su túnica lo cubría todo, al igual que su prominente joroba y el rostro, del que apenas pude ver una boca de labios afilados y lengua felina.”
El libro cierra con El Mago Jefa escribiendo en Rio de janeiro el 3 de junio de 1967, ofreciendo sus conclusiones , contando una historia sobre un encuentro entre el Faquir y el mago Alejandrini en el parque de El Ejido entre cipreses, robles y sauces.
Pero en fin, no diré más, he dicho mucho creo, no sé si demás, pero en todo caso está en ustedes, queridos futuros lectores, descubrir nuevos caminos y acompañar al Faquir, el maestro César Dávila Andrade, en ese su último y final viaje de trascendencia espiritual.